viernes, 5 de junio de 2009

La stanza del figlio

Se recomienda pinchar antes de iniciar la lectura.




Me levante de la cama, era verano y las sábanas estaban por el suelo. Hacía un calor horroroso, lo único que salvaba de ese sofocante calor era la brisa marina que entraba por la ventana. A tan solo unos pocos metros, el mar, esa inmensa calma azul que rodea toda nuestra existencia y que hace que el corazón palpite un poco más rápido cuando la contemplamos. "Eso es lo que necesito", era lo que me decía a mi mismo cuando vi por primera vez esta casa y me decidí a comprarla.

Gracias a mi trabajo el dinero no es un problema, los años, la experiencia y la suerte han hecho que me haga con un puesto importante dentro del negocio familiar. La familia siempre ha sido algo importante para mi, lo era cuando tenía 14 años y vi a mi tío Giancarlo dispararle en la cabeza al perro del vecino porque no paraba de ladrar, mientras él me explicaba que era el álgebra, desde entonces las matemáticas no me han gustado mucho. Y también lo ha sido hasta ahora, cuando a pesar del paso del tiempo ha seguido ahí, apoyandome y guardándome las espaldas, pero esta mañana, al ver la profundidad del mar, el poder del infinito, he decidido que la hora del cambio ha llegado.

Mientras escucho en el coche "Rigoletto" de mi tocayo, el señor Verdi, conduzco tranquilo sin distracciones, el camino es largo así que casi puedo escuchar por completo la famosa obra. En el trayecto, he meditado los pasos, mis pasos, no debo precipitarme, algo así nunca puede hacerse desde la locura ni desde el sosiego, tengo que concentrarme y esperar mi oportunidad, "si durante tanto tiempo la suerte me ha sonreído, ¿por qué ahora no lo iba a hacer?", era lo que me decía a mi mismo para convencerme del todo.
Tras la sombra de mi Ferrari se podían intuir las trazas de la carretera, blanco, negro, blanco, negro... un bucle que solo a veces paraba para ser del todo blanco durante unos segundos.
La velocidad nunca ha sido mi fuerte, pero llega un momento en el que ella hace que seas su fuerte, y no puedas conducir sin su atracción.

Estoy llegando a la ciudad, estoy llegando a Nápoles. Eso que dicen de que los momentos previos a un acontecimiento grandioso son los mejores... es cierto. Todo esta claro en mi mente, ni un nubarrón ni una duda, veo el pasillo despejado, y lo que es mejor, me veo cruzando el pasillo y llegando a la habitación siguiente, llegando... a la habitación final.

Todo en la carnicería esta igual que siempre, los mismos bastardos, los mismos chimpancés de siempre, dando su vida por aquello que creen que es real, y que les cuidara el día de mañana, cuando su mierda no pueda aguantarse fuera de su culo. Le doy un abrazo a mi tío mientras le beso en las mejillas, o al menos eso parece, ya que solo le rozo. Le pido que nos dejen a solas, ha llegado el momento.

-Tío.
-Dime,Giuseppe.
-Voy a matarte. ¿Quieres que yo, tu sobrino, sea tu sucesor gracias a tu muerte?, o por el contrario, ¿deseas morir y que yo muera a manos de tus secuaces?.
-Giuseppe, tu nunca podrás matarme, hijo.

Saco la pistola, le apunto, aunque le disparase no se oiría nada, lleva el silenciador.

-Y ahora, ¿podría matarte tío?.
-No. No te das cuenta, hijo, tú solo podrás matarme si yo te lo ordeno.
-Jajajajaja, tío, abre la boca una vez más y te aseguro que sera lo último que hagas, bastardo.

Mi tío soltó una agradable e irritante sonrisa, se burlaba de mí, era insoportable, estaba tan seguro de sí mismo que no podía soportarlo ni un minuto más.

-Tu fin ha llegado, tío.
-No, Giuseppe, el fin solo ha llegado para ti.

Pum.

En la inmensidad del mar voy a ser arrojado como un perro, desde el barco "La stanza del figlio", era el barco de mi tío, le puso ese nombre porque la cinta de Nanni Moretti significaba mucho para él, ya que su hijo murió igual que el hijo de la película. El peso de las piedras atadas a mis manos y pies me hacen descender rápidamente y veo como el mundo se acaba al igual que mi vida. Pero antes del final, solo antes, recuerdo como Tony, el perro fiel de mi tío, me disparo en el cuello antes de que yo apretara el gatillo.

El mar, esa inmensa calma azul que rodea toda nuestra existencia y que hace que el corazón palpite un poco más rápido cuando la contemplamos. "Eso es lo que necesito".

1 comentario:

  1. Guau, tio! Tambien te ha dao a ti por algo que llamamos "novela negra"? Perros muertos, tios muertos, un ferrari... Muy buena, en serio. El momento de "Mataré a mi tio?" Me ha dejado bastante intrigado...Enhorabuena

    ResponderEliminar