domingo, 21 de octubre de 2012

Volver

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Ha pasado mucho tiempo, ¿demasiado quizás?, no lo sé. No sabría poner un motivo, una excusa por la cual ha pasado tanto desde que escribí mi ultima historia aquel catorce de Febrero.

¿Por qué he vuelto?, no lo sé... Quizás añoranza, recuerdos. Siempre había pensado que para escribir buenas historias era necesario estar triste, pero ahora me doy cuenta de que no es así. Me he dado cuenta de que hay una motivación, un sentimiento que hace que quieras escribir. Podría definirlo como un "instante de inspiración", como una necesidad o simplemente un cierto grado de egocentrismo.

Nunca pienso lo que voy a escribir, nunca tengo un plan por el cual voy a desarrollar una historia. (Quizás por eso muchas de ellas sean una basura). No sabría como hacerlo, simplemente pongo una canción, esa que siempre recomiendo que escuches, y me pongo a escribir.

Probablemente sea un retorno esporádico, algo así como un capricho. Es necesario ser constante y regular para poder escribir habitualmente, por desgracia, yo no lo soy.
Voy a intentarlo. Está decidido. Esta misma entrada me servirá como recordatorio. Será como un reto hacia mí mismo de que puedo escribir de vez en cuando.

Este será mi testimonio. Palabra tras palabra. Frase tras frase.


domingo, 14 de febrero de 2010

San Valentín

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Me levanto de la cama tras haber trasnochado, como casi siempre. Hago la cama, me miro al espejo con los ojos entreabiertos y casi de manera innata, enciendo el ordenador. Mientras se enciende pienso y me doy cuenta de que es San Valentín, "un día más en mi vida", y miro la pantalla del ordenador, sin darle demasiada importancia.

El día transcurre como siempre, aburrido, rutinario y sin que me de cuenta del paso de las horas. Almuerzo unos tallarines sin mucha pasión, practicamente sin ganas y sin apenas saborearlos, tampoco es que estuviesen malos ni mucho menos, simplemente es que no me apetecía. Me tomo un flan de vainilla, siempre me han gustado más que los de huevo, en ese sentido he ido siempre en contra de la corriente, ya que a la mayoría de la gente, o al menos a la que yo conozco, les gusta mas el de huevo.

Llega la tarde, practicamente en un suspiro, y de repente me viene a la cabeza un cartel que vi por la ciudad, "Retroback" ponía en el mismo, era un festival de cine que se hacia cada año. Yo era y soy un gran aficionado al cine, así que decidí, ya que me había acordado del festival, ir a ver una película. Leí la cartelera del día, había varias películas que no había visto, pero en especial me llamo la atención una, "Once Upon a Time in the West" de Sergio Leone, y que estaba en el festival en homenaje al compositor de su banda sonora, Ennio Morricone. Además de esos alicientes,la película era por la noche y duraba cerca de tres horas, por lo que amortizaría los cuatro euros de la entrada.

Siendo ya de noche y sentado en el autobús que me llevaría al teatro donde se proyectaba la cinta, me di cuenta de que había gente que sí que había celebrado el día de San Valentín. Varias parejas se agarraban de la mano más fuerte que de costumbre o tantas otras se besaban mas de lo habitual en ellos, o al menos esa era la imagen que forme en mi cabeza, ya que a ninguna de esas parejas las conocía en persona.

Frente al teatro y listo para entrar a comprar la entrada, veo que apenas hay gente en la cola, a pesar de que no falta mucho para que empiece la película. Compro la entrada y me doy una mini-vuelta por la plaza que esta justo al lado.
Entro en el vestíbulo del teatro y voy hacia las butacas, pienso muy bien donde sentarme, al final casi del todo y bien centrado. Mi elección fue terriblemente mala, no por la acústica o por la imagen, sino por la compañía que me toco. Dos señoras con más ganas de charlar y dormir, que de ver la película.

Salgo del cine por la puerta trasera, ha sido una gran película, pero me noto raro, no se muy bien que es, pero es como si me faltase algo o tal vez alguien...

Esperando en la parada de autobús, un anciano cerca mía, vestido de traje sujeta una rosa en su mano y esboza una entrañable sonrisa. Al verlo ahí sentado, feliz, me doy cuenta de que ha sido la primera vez que he ido al cine solo, sin compañía, y me recorre un escalofrío por todo el cuerpo mientras, a lo lejos, veo llegar el autobús.

jueves, 12 de noviembre de 2009

El castillo

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Encerrado en su castillo de barrotes, mira hacia su lado y la encuentra, acurrucada a varios centímetros, con los ojos cerrados y sin saber que el día acaba de empezar. Él mientras tanto se dirige al comedero, pica algo y bebe agua y para ejercitar las patas corre arriba y abajo sin descanso.

Ella empieza a abrir sus ojos poco a poco y ve como por la ventana entra la primera luz del día y a la vez los primeros copos de nieve del invierno. Esta empezando a nevar y ambos se miran y se quedan perplejos ante la ventana mirando como caen una y otra vez esas bolitas tan diminutas de color blanco y como cambian la tonalidad de todo lo que les rodea. Es un día especial.

Al sentir el ruido, ambos miran hacia atrás y dejan de ver la nieve, el gigante se acerca y sin más rodeos coge a la princesa del castillo y la saca como si estuviera volando, el príncipe perplejo no tiene tiempo a reaccionar y ve como el gigante se aleja lentamente con su amor entre las manos. Desaparece en la lejanía, y el príncipe y la nieve se quedan solos como un trineo abandonado en la colina por su dueño.

Decidido a salvarla, el príncipe idea un plan, esconderse y cuando el gigante vuelva, salir sin que lo vea.
Al rato el estruendo avisa al príncipe de que el gigante vuelve, se esconde tras el comedero y en cuando ve una posibilidad coge carrera y salta hacia la libertad, el gigante lo ve pero no consigue atraparlo. El príncipe es libre y lo único que desea es volver a ver la princesa.
Corriendo sin parar por todas las montañas y valles que se encuentra, va perdiendo poco a poco la esperanza, ella no está, pero se niega a aceptarlo y sigue buscando. El gigante sigue tras sus pasos, pero siendo el príncipe mucho más ágil consigue escabullirse una y otra vez de las garras de este. Al fin, el príncipe consigue un sitio seguro debajo de una gran montaña, en una especie de cueva, allí descansa pensando en la princesa y de si algún día volverá a verla.

Pasadas unas horas, el príncipe decide salir y emprender una nueva búsqueda, pero esta vez el gigante le estaba esperando tras la montaña y sin compasión, lo caza de nuevo, regresandolo así, al castillo y eliminando cualquier oportunidad de encontrar a la princesa. Empapado en lágrimas el príncipe recuerda a la princesa y su ultimo momento con ella, mientras que la nieve caía.

Así fueron pasando los días, los meses, los años y cada vez que nevaba, el príncipe se escapaba del castillo para ver la nieve caer mientras pensaba en su amada.

sábado, 24 de octubre de 2009

Western

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Esta es la historia de un hombre muy misterioso... pero, escucha, misteriosooooo, misteriosoooo, no te vayas tu a pensar que es de esos así, que dices, me esta tramando algo... no, no, misterioso de este la va a liar parda, parda, de esos.

El lejano oeste, mil ochocientos y... ¿cuándo fue el lejano oeste?... bueno, mil ochocienteos y pico, ¡qué pasa! a ver si os creéis que lo se todo.

- Eh, tú, el del chaleco rosa, girate.

De repente sono una voz más aguda que la de Nacho Vidal despues de un pelotazo en los huevos.

- ¿Siiiii?. Soy Magnum. Dijo el tipo del chaleco raro.
- Eh, ¿como la pistola?. Pregunto el sheriff.
- Nooo, piraaaata, como el helaadoooo.

Todo el mundo quedo asombrado por su gran ¿"carísma"?, y casi en un momento, cada uno de los más respetables del poblado fueron presentandole sus respetos.

Después de que se presentasen esas dos personas (la más respetables, he dicho), el sheriff viendo en Magnum un hombre con un ¿"potencial"? asombroso, le comento el problema que preocupaba a todo el pueblo.

- Señor Magnum, tenemos un problema bastante grave. Los hermanos Collin vienen cada mes para robarnos el ganado, beber y disfrutar de nuestras señoras a costa nuestra (no son tontos los Collin esos, no), y mañana hará ese mes. Somos muy pocos y tampoco somos muy habilidosos con las pistolas. Así que, que le parece si usted nos enseña a defendernos y a cambio nosotros le damos cobijo y dinero.

Magnum frunció las cejas y se saco el dedo de la nariz y dijo.

- De acuerdo, sheriff, usted me dara cobiijoooo y yo le enseñare miii pistoolaaaa, me parece diviiinoo, en cuanto al dinero, guardeselo.
- Muchas gracias, señor Magnum. ¿Cuando empezamos?.
- ¡Ay, maricón!, no seas tan ansiosoo. De momento prepara a tus hombres y luego hablamos, arggg.

Tras colocar su ropa en el armario, ducharse, decidir lo que iba a ponerse, peinarse, maquillarse, quitarse lo que se habia puesto y cambiarlo por otra cosa, volver a peinarse y perfurmase, se llevo a los chicos de entrenamiento (por decir algo).

- A ver, locazas, enseñadme como desenfundais.
- Eh, señor Magnum solo 5 de nosotros tenemos pistolas, el resto fueron robadas por los hermanos Collin.
- Vaya, si que son pizpiretos esos ladronzuelos, les voy a dar en el culete por ser muy malos, malos, malotes.
- Eh, señor Magnum, si quiere podemos ir turnando.
- Claro eso sera lo mejor, gatito mio.

Tras varias horas de "entrenamiento" y con el inminente ataque de los hermanos Collin, Magnum trama un plan... con el sheriff en su habitación.

- Sheriff, ¿sabes que eres muy sexy cuando te salen esos hoyuelos en las mejillas?.
- Ohh, Magnum estoy muy preocupado, creo que no estamos preparados para lo de mañana.
- Ay, sheriff, sheriff, relajate, vente aqui conmigo a la cama...
- No puedo dormir, Magnum estoy muy nervioso.
- ¿Sabes lo que me relaja a mi?, desnudarme muuuuy lentamente y meterme en la cama, ainsss.
- Creo que voy a dar un paseo.
- Esperate que me vista, maricón, que voy contigo.

A un par de kilometros los hermanos Collin se acercaban.

- Hermano menor, ¿con quien te acostaras hoy?.
- No lo se, hermano mayor, creo que con Diana, es la más sexy del poblado. ¿Y tú?.
- Callate, sabes que no me gusta hablar de eso.

Mientras tanto...

- Magnum, quiero que sepas que estoy muy agradecido por todo lo que has hecho por nosotros.
- No se preocupe, sheriff, yo tambien me lo he pasado chachi piruli corazón de melón. Que pena que ya se este haciendo de día.
- ¿Por qué, Magnum?.
- Porque así no nos envolvera el manto de la noche cuando le vaya a be.... Dijo Magnum inclinandose hacia la cara del sheriff.
- ¡Cuidado!, los hermanos Collin se acercan. Grito el sheriff apartando a Magnum de un empujón.
- Vaya... estuve a punto.

El momento vibrante ha llegado (buenoooo, y no sabeis hasta que punto es vibraaaaante).
Cara a cara, los hermanos Collin contra Magnum.

- (¡Ala! que guapisimo es ese hermano.. parece que es el mayor). Pensaba Magnum mientras acariciaba su pistola.
- (¡Wow! que buenisimo esta este tipo). Pensaba el hermano mayor mientras masticaba tabaco.
- (Joder, vaya domingas se le ven desde aquí a Diana y encima no para de mirarme). Dijo el hermano menor mientras saluda con los dedos a Diana.

Magnum se acerco al hermano mayor de los Collin, el duelo estaba servido.

- Hermano menor, echate a un lado, este es mio.
- Cuidado, hermano mayor, no me fio de él.

En un instante Magnum y el hermano mayor se encontraban cara contra y...

- Ven aquí, machote, hazme tuyo. Dijo Magnum totalmente como una locaza.
- Te voy a deborar entero, hay que chaleco más bonito, ainsss. Dijo el hermano mayor.

Tras varios minutos todo el mundo no movió un solo dedo y solo miraban fijamente a los tortolitos, hasta que el hermano menor dijo...

- Diana, te quiero, eres el amor de mi vida, yo también quiero sentir lo mismo que mi hermano, ven a mí.

Y así fue como el misterioso Magnum y su media naranja, partieron hacia tierras desconocidas en busca de más aventuras...o no.

PD: A la semana, el hermano menor y Diana se casaron.

PD-ADICIONAL: Al mes, Diana le puso los cuernos con el sheriff.

jueves, 22 de octubre de 2009

La estación

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- ¡¡La encontré!!.

Me levanto tarde, debo darme prisa porque sino, como casi siempre me quedaré sin billete. Me ducho rápidamente, me cepillo los dientes y reviso la maleta que hice la noche anterior para ahorrar tiempo, cosa que me ha venido genial. A penas sin comer nada, un vaso de zumo de naranja junto con una minipalmerita sin chocolate, salgo de casa corriendo, esta lloviendo y yo sin paraguas.

La calle esta empapada, los coches circulan a gran velocidad y cuando pasan sobre un charco, el agua salta para escapar de él. Sobre las hojas de los árboles se desliza la lluvia, hilando una fina catarata en cada una de ellas. La gente parece nerviosa, anda más rápido de lo normal y sus expresiones son de espanto, a veces me pregunto si es que es la primera vez que ven llover.

A medio camino, veo una chica que al igual que yo, no lleva paraguas, va tranquila, pausada, no le importa mojarse y tras unos leves segundos desaparece en un esquina.
Me muevo rápido, intento alcanzarla, su comportamiento me ha llamado la atención, y quiero saber más de ella.
Llego a la esquina, no hay absolutamente nadie. Una decepción me invade el cuerpo durante unos segundos. Con la cabeza baja, miro el reloj, me doy cuenta de que no llego y empiezo a correr.
Ahora me siento como todas las personas a las que he visto, llena de espanto y caminando más rápido de lo normal.

- No llego. Pienso una y otra vez.

A lo lejos veo la estación, por primera vez pienso que puedo llegar a tiempo. Paso por un kiosko, no puedo evitar mirar hacia sus fascículos colgados en el escaparate. Tropiezo y la maleta se desliza unos metros más adelante. Desde el suelo veo como mi maleta aparta hacia los lados la lluvia caída del cielo, y como le moja los zapatos rojos a una chica, ella ni siquiera advierte lo que ha pasado y sigue caminando. En cuanto me levantó y alzo la vista hacia ella descubro que es la chica de antes. Otra vez se me escapa, hoy no es mi día.

Entrando por la puerta automática de la estación, me veo en los espejos totalmente empapado, despeinado e igual de feo que siempre.
Me dirijo a comprar el billete, suerte que llueve, ya que seguro que hay menos gente por eso en la cola. En un momento tengo el billete mojándose entre mis manos húmedas.
Bajo por la escalera automática, me quedo a la mitad ya que la escalera ha fallado. Vuelvo hacia atrás y bajo por la escalera de siempre, veo mi autobús encendiendo las luces.
- No llego. Pienso mientras corro sin vergüenza por medio de la estación.
- ¡Espere, espere!. Digo con un tímido grito.

Llego demasiado tarde, el autobús se va, tendré que esperar al siguiente. Casi sin querer echo un último vistazo mientras se aleja, en la ventana se encuentra la chica de antes, junto a un asiento vacío... mientras suelto una sonrisa irónica, me siento en el suelo y pienso...

- ¡¡La encontré!!.

lunes, 19 de octubre de 2009

San Francisco

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Asomado a la ventanilla, acomodado en el asiento y escuchando música en el mp3, veo como me alejo.

Se ve tan pequeña desde tan arriba, te es mucho más fácil comprender la inmensidad y belleza de la ciudad. Ese enorme sosiego que desde el avión se siente contra la intensidad que posee algo con tanta vida.

Me siento débil, melancólico y por supuesto triste, me despido no solo de una ciudad sino de un amigo, de una brisa, de un olor, de una sonrisa, de un lugar, de un sentimiento... me es imposible retener las lágrimas al pensar que nunca volveré a palpar, ver, oler y sentir nada de eso.

Pienso en lo vivido, en lo incomprensiblemente perfecto que ha sido y de como cada paso que daba, lo retenía en mi memoria para que no pudiese ser olvidado, pobre iluso...

El sonido de la puerta al cerrarse tan característico, la típica cara del conductor del tranvía al subirme, el rugir del océano al llegar a casa, ese sentimiento de inmensidad y a la vez tan acogedor al caminar por Market Street, comer un simple helado en Fisherman Warf con buena compañía... todas esas pequeñas cosas son las que más vuelven a mi cabeza cuando estoy totalmente desprevenido, y en los que irremediablemente esbozo una sonrisa al recordarlos.

Supongo que con el tiempo, lo veré como un sueño muy vivo, sin terminar de creer que todo aquello sucediera, sin saber muy bien donde encajar cada pieza y en los que los momentos surgen como fogonazos de una estrella fugaz que pasa por mi ventana sin poder capturarlos.

Parece que vives otra vida diferente a la tuya, esa que alguna vez has pensado al ver a una persona en la calle, y en la que te preguntas, y si yo fuera él o ella, ¿cómo sería mi vida?, ¿qué estaría pensando entonces?.
Al levantarte de la cama no sabes donde ubicarte y realmente piensas que vives en el cuerpo de otro que casi por inercia te desenvuelves en el día a día como si lo que estuvieras haciendo lo habrías hecho durante toda tu vida.

Disfrutando de la gente, de los sitios que nunca has visto pero que parece que los hayas visto cada día, como de volver a un lugar tan lejano en el recuerdo que dudes entre si es realidad o ficción.

Atrapándote en su alma y haciéndote participe de su vida, contándote sus secretos y mostrándote sus rincones, siento que...

Dejo una parte mía en esa ciudad, y una parte de ella se ha dejado en mí.

lunes, 5 de octubre de 2009

Pescando

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Corriendo, sin parar de correr avanzaba e intentaba escapar de la policía. Entre los matojos, entre las vallas de las casas, entre las calles estrechas y entre la multitud. No pensaba, solo huía, dejando atrás a mi propia sombra haciendome así incapturable, inmune hacia el mundo, solo yo.

Sabía que aquel asesinato había sido obra mía, y que por lo tanto la policía daría conmigo antes o después, por eso mientras tomaba un respiro, pensé que haría de aquellos últimos días, los más felices de mi vida.

1º DÍA

Recuerdo aquel día como el día en el que más corrí de toda mi vida, las piernas me temblaban incluso después de descansar varias horas, por la garganta notaba como la brisa entraba hacia mis pulmones con gran rapidez, mis ojos nunca antes habían estado tan cristalinos, la fuerza del aire los hacía llorar y mi corazón palpitaba incluso más fuerte que en mi primer beso.
Mientras me calmaba durante aquellos minutos decidí que haría en mi primer último día libre, pensé en ir a pescar. Podía hacerlo de noche en el anonimato de la oscuridad, tenía dinero para comprar los materiales y no podía dormir, era perfecto.
El sonido del mar me calmó, me sentía en paz, no picaban pero no me importaba. Durante aquella noche pensé en como sería la muerte, llegué a la conclusión de que es un estado en el que ni sientes ni padeces, simplemente ha llegado el fin.

2º DÍA

Quería dormir algo pero no podía, así que antes de que la mañana se levantase, pensé en pelearme con alguien, casi siempre terminaba con la cara roja, ensangrentada y llena de moretones, pero la sensación de desenfreno y agresividad me ayudaría a soportar aquellos últimos días.
Me pelee con un chico de mi misma edad, algo más delgado que yo, fue el primero en pasar por el paseo, estaba con su perro que salio huyendo nada más empezar la pelea. Creo que lo maté.
Sin saber que hacer, me fui a un motel, llamé a un puta, me la folle y por fin pude dormir algo.

3º DÍA

Desayuné todo lo que pude, tenía agujetas del día anterior y todo el mundo me miraba mal, no se si era por mi aspecto desaliñado o por mi insoportable olor a pescado muerto. Decidí alquilar un coche, un deportivo. Tenía la necesidad de ponerlo a tope, quería vibrar, quería sentir de nuevo esa sensación de pánico y de inseguridad que tanto me gustaba.
Alarme varias veces a la policía local, pero nunca me alcanzaron, hasta que por fin alguien, me sorprendió, ambos corríamos a gran velocidad, dejando a nuestro paso un caos infernal. Estaba ansioso y enfermizo, justo igual que cuando, hace unos días, maté a mi esposa y a mi hijo.
De repente un sentimiento de culpabilidad me invade, me doy cuenta de lo que he hecho, dejo de pisar el acelerador y suelto el volante. El coche choca contra el quitamiedos, aún estoy consciente, pero no siento nada, todo lo veo a cámara lenta, en ese instante recuerdo lo pensado mientras pescaba "¿como sería la muerte?, llegué a la conclusión de que es un estado en el que ni sientes ni padeces, simplemente ha llegado el fin", acto seguido entré en ese estado sin retorno.