domingo, 14 de febrero de 2010

San Valentín

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Me levanto de la cama tras haber trasnochado, como casi siempre. Hago la cama, me miro al espejo con los ojos entreabiertos y casi de manera innata, enciendo el ordenador. Mientras se enciende pienso y me doy cuenta de que es San Valentín, "un día más en mi vida", y miro la pantalla del ordenador, sin darle demasiada importancia.

El día transcurre como siempre, aburrido, rutinario y sin que me de cuenta del paso de las horas. Almuerzo unos tallarines sin mucha pasión, practicamente sin ganas y sin apenas saborearlos, tampoco es que estuviesen malos ni mucho menos, simplemente es que no me apetecía. Me tomo un flan de vainilla, siempre me han gustado más que los de huevo, en ese sentido he ido siempre en contra de la corriente, ya que a la mayoría de la gente, o al menos a la que yo conozco, les gusta mas el de huevo.

Llega la tarde, practicamente en un suspiro, y de repente me viene a la cabeza un cartel que vi por la ciudad, "Retroback" ponía en el mismo, era un festival de cine que se hacia cada año. Yo era y soy un gran aficionado al cine, así que decidí, ya que me había acordado del festival, ir a ver una película. Leí la cartelera del día, había varias películas que no había visto, pero en especial me llamo la atención una, "Once Upon a Time in the West" de Sergio Leone, y que estaba en el festival en homenaje al compositor de su banda sonora, Ennio Morricone. Además de esos alicientes,la película era por la noche y duraba cerca de tres horas, por lo que amortizaría los cuatro euros de la entrada.

Siendo ya de noche y sentado en el autobús que me llevaría al teatro donde se proyectaba la cinta, me di cuenta de que había gente que sí que había celebrado el día de San Valentín. Varias parejas se agarraban de la mano más fuerte que de costumbre o tantas otras se besaban mas de lo habitual en ellos, o al menos esa era la imagen que forme en mi cabeza, ya que a ninguna de esas parejas las conocía en persona.

Frente al teatro y listo para entrar a comprar la entrada, veo que apenas hay gente en la cola, a pesar de que no falta mucho para que empiece la película. Compro la entrada y me doy una mini-vuelta por la plaza que esta justo al lado.
Entro en el vestíbulo del teatro y voy hacia las butacas, pienso muy bien donde sentarme, al final casi del todo y bien centrado. Mi elección fue terriblemente mala, no por la acústica o por la imagen, sino por la compañía que me toco. Dos señoras con más ganas de charlar y dormir, que de ver la película.

Salgo del cine por la puerta trasera, ha sido una gran película, pero me noto raro, no se muy bien que es, pero es como si me faltase algo o tal vez alguien...

Esperando en la parada de autobús, un anciano cerca mía, vestido de traje sujeta una rosa en su mano y esboza una entrañable sonrisa. Al verlo ahí sentado, feliz, me doy cuenta de que ha sido la primera vez que he ido al cine solo, sin compañía, y me recorre un escalofrío por todo el cuerpo mientras, a lo lejos, veo llegar el autobús.