domingo, 21 de junio de 2009

Σειρήν

Se recomienda pinchar antes de iniciar la lectura.




Caminando por la orilla, a veces, uno puede encontrar cosas realmente sorprendentes, desde conchas, vidrio lijado que parece una joya, latas, alguna bolsa de plástico, y hasta, como me ocurrió a mí, a una sirena.



No sé si esto le habrá pasado a alguien más o simplemente es que soy afortunado, el caso es que tras levantarme de la cama, desayunar mi habitual tazón de cereales y vestirme, siempre en este orden, fui a pasear por la playa, lo cierto es que no me queda muy lejos y aquella mañana me veía con mucha energía, así que, me dije, "¿por qué no ir a la playa?".

Desde el principio del paseo hasta el final hay varios kilómetros, alrededor de unos 15, yo con caminar unos 2 ya me daba por satisfecho. Al cabo de un par de horas y tras empezar a notar la extremada fuerza del sol sobre mi cabeza, decidí adentrarme en la orilla para refrescarme, cual fue mi sorpresa cuando de repente y sin previo aviso, veo a una pareja teniendo relaciones sexuales, ¿a las 12 de la mañana?, eso me dije, pero ya sabe que pueden más los instintos que la razón.
Después de caminar durante un rato más y tras no poder aguantar un segundo más el sofocante calor, probé suerte otra vez.
Esta vez no era una pareja, sino una chica sola. Parecía dormida sobre la orilla, mientras que las pequeñas olas le subían hasta el cuello y bajaba hasta su estrecha cintura. Corriendo me apresuré a sacarla de allí, y cuando lo hice todos mis sentidos estallaron en un Big Bang apoteósico, en el que no podía dar crédito a lo que estaba viendo, y para colmo el calor aumentaba. Al cabo de un rato, ella se despertó y yo por fin me pude refrescar.

- ¿Quién eres?. ¿No seras un pervertido?. Dijo ella.
- ¡No!, aunque hace un rato lo parecía, eso sí, no fue culpa mía de que aquellos dos estuvieran allí. Dije visualizando la escena mentalmente.
- ¿Cómo?. Pregunto extrañada. ¿Qué hago aquí?¿qué me ha ocurrido?.
- Eso mismo te iba a preguntar yo, bueno y también un par de cosas más, en especial si sabrías decirme porque estoy hablando con una sirena y no, tal vez, con un duende que me diga que queme cosas, por ejemplo. Dije mojandome el pelo con el agua salada.
- Eres bastante rarito, ¿lo sabías?.
- Yo no soy el que tiene cola... ejem... sí, ambos somos raritos.

Tras averiguar que era una sirena, algo bastante obvio, intente llevarla a casa disimulando que era una amiga borracha y se había disfrazado.

-¡¡Ehhh!!. Cuidado, que me vas a tirar, sujetame bien la cola. Dijo ella medio enfadada.
- Lo siento, es que es la primera vez que llevo una sirena en brazos por medio de la ciudad. Me pregunto si harán cursos para esto.

Una vez en casa, tras evitar a mi vecina la cotilla durante más de media hora, pude por fin descansar en el sofá.

- ¿Tienes algo de comer?. Dijo con cara de hambrienta.
- Claro, ¿qué te apetece?.
- ¿Tienes algo de pescado fresco?.
- Claro, es verdad, eres una sirena solo comes pescado.
- ¡No!. Es que estoy a dieta.
- Ah. Dije mientras me rascaba la cabeza y pensaba en lo extraño que sonaba eso.

Tras darle unas anchoas en conserva que tenía (pobre de ella), me dispuse a ametrallearla con preguntas.

- ¿Cómo es que...
- ¿Sabes que estas anchoas están malísimas?. Me interrumpió ella.
- Eh, sí, lo siento, es que no tengo otra cosa.
- Vaya... no eres muy buen anfitrión, quiero que lo sepas.
- Lo siento, otra vez. Dije mientras pensaba que quizás sí que podría haber cursos para ser buen anfitrión de una sirena.

Durante unos instantes se produjo un intenso silencio, yo pensaba en lo extraña y bella que era, supongo que ella pensaría en lo asquerosas que estaban esas anchoas.

- ¿Podrías llevarme de nuevo a la playa?. No sé lo que ha ocurrido, y seguro que aquí no lo voy a poder averiguar, así que lo mejor será volver cuanto antes.
- Claro, no hay ningún problema. Conteste con valentía sin pensar en la vecina cotilla.

Tras superar los mismos obstáculos de nuevo, llegamos al punto de retorno.

- Bueno, ya estamos aquí. Dije algo cansado.
- Gracias por todo, has sido muy bueno conmigo, la verdad que eres el mejor humano que he conocido, también es cierto, que eres el único.
- Ah, gracias, te copio las palabras y te digo lo mismo, excepto cambiando lo de humano por sirena, ya sabes.

Esbozó una sonrisa, y se metió en el mar sin llegar a sumergirse del todo.

- ¿Sabes?, no eres tan mal anfitrión. Dijo sonriendo.
- Lo hice lo mejor que pude, te lo agradezco. Supongo que esto es el adiós. Pregunté sabiendo la respuesta.
- Sí, así es. Espero que nos volvamos a ver.
- Lo mismo digo.
- Adiós.
- Hasta pronto.

Se sumergió y casi tan rápido como un rayo desapareció en la claridad del mar.

- ¡Olvidé preguntarle el nombre!. ¡¡Espera, espera!!. ¡¡¡¿Cómo te llamas?!!!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario