viernes, 26 de junio de 2009

Amigo

Se recomienda pinchar antes de iniciar la lectura.




Una vez que terminé la carrera, y ver que el panorama no estaba tal y como yo pensaba, decidí antes de meterme de cabeza en el mundo laboral, hacer una viaje que me sirviera para aclarar mis ideas, y quizás, porque no decirlo, como una experiencia personal.
De entre todos los sitios que tenia pensados, no me llegaba ni para tan solo uno, así que me lo plantee como un reto personal, y salí a viajar con lo poco que tenía ahorrado, la mochila acuestas y mucha confianza en mí mismo. De eso hace ya hoy, 3 años.

Primero empecé gastando el dinero que tenía, y viajaba cómodamente, no muy lejos, pero cómodamente. Cogía el autobús, comía en restaurantes, incluso dormía en moteles. Con una pasmosa rapidez el dinero se terminó, y empecé el verdadero viaje.
A través de la carrera haciendo "dedo", aprovechando la amabilidad de la gente, y poniéndole mucha cara a todo lo que hacía, conseguí casi siempre lo necesario para sobrevivir.
A medida que me alejaba más de casa, empezaba a notar las diferencias culturales, comida, acento, costumbres, personalidades... Lo que más me gustaba de todo aquello, era que fuese a donde fuese, siempre aprendía algo.

Un día, trabajando para un viejo granjero, conocí a la persona que yo identifico con la palabra amistad.

- Ey, ¿qué haces?. Dijo él, con esa cara extraña y un tono agresivo.
- Trabajando, ¿no lo ves?. Conteste sin miedo. ¿Quién demonios eres tú?.
- ¿Yo?. Yo soy Phillip. ¿Y tú quién eres?.
- Yo soy Homer. Dije en voz baja.
- Jajajaja, ¡anda! como el de la serie, "The Simpsons".
- ¿Y qué?, tu te llamas como el protagonista de "Futurama".
- ¡Anda es verdad!. Nunca me lo habían dicho, también es casualidad, ¿no crees?.

Tras unos días, Phillip aparecía por allí más a menudo. Vivía cerca de allí, por lo visto estaba solo, y por eso siempre iba tan desaliñado y tenía tan mal aspecto, según él, demasiado trabajo tenía intentado buscar comida como para perder el tiempo en ir bien aseado.

Al cabo del tiempo, el granjero tras ver tantas veces a Phillip por allí, le propuso que me echara una mano de vez en cuando, y él a cambio, le daría de comer, así no tendría que preocuparse por buscar la comida y podría bañarse.

Fueron pasando las semanas, y Phillip y yo, nos fuimos haciendo cada vez más amigos, hablamos durante horas, e incluso había veces que salíamos al pueblo, aunque nadie se acercaba a él.

- No se acerca nadie por tu culpa. Le dije a Phillip en medio de la plaza, en broma.
- Que va, lo que ocurre es que les impresiono tanto que les da vergüenza acercarse a mí.
- ¡Gua!, ¿ves aquella chica?.
- ¿Cuál?, ¿la de verde?.
- Si eso es un tío.
- Ah, pues no la veo entonces.
- Mira, mira, allí, justo al lado de la fuente.
- Vaya... si que es guapa, ¿nos acercamos?.
- Mejor me acerco yo, no vaya a ser que la "impresiones" tanto que huya despavorida.

Así fue como conocimos a Audrey. El caso es que ambos, tanto Phillip como yo, nos hicimos muy amigos de ella.
A mí me gustaba su cabello oscuro y largo, y a él sus ojos negros y penetrantes. A mí me gustaba sus comentarios tan ingeniosos, y a él su simpatía natural. A cada uno nos gustaba cosas diferentes de ella, lo que la hacía mucho más especial.

De vez en cuando, y cuando el viejo granjero nos dejaba, cogíamos su coche e íbamos a por Audrey, dábamos vueltas con el coche o simplemente íbamos a la montaña a ver las estrellas. No hacíamos nada especial, eran cosas muy simples, pero que sin duda me enriquecían.

- ¿Habéis probado alguna vez a contar estrellas?. Dijo ella tumbada sobre la hierba mirando al cielo estrellado.
- Yo una vez lo intenté pero como solo se contar hasta cien... Dijo Phillip bastante serio.
- ¿De verdad que solo sabes contar hasta cien?. Le pregunté extrañado.
- Sí.
- Y porque no empezaste de nuevo, y cuando llegases otra vez a cien, juntabas los cien de antes y los de ahora, y ya tendrías doscientos. Dijo Audrey con ingenio.
- Pues es cierto, lo haré la próxima vez así.

Los días pasaban, y todo transcurría normal, hasta que un día, Phillip dejo de venir. No era raro en él que se ausentase un par de días, pero esta vez era ya casi una semana, por lo que llame a Audrey.

- ¿Sabes algo de Phillip?. Le pregunte esperando una respuesta afirmativa.
- No, ¿qué ocurre, es que no va por allí?.
- No, hace más de una semana que no viene.
- ¿Sabes donde vive?. Pregunto Audrey.
- Sí, más o menos, iré a recogerte esta noche, y nos acercamos.

Acercándonos con el coche hacia su casa, todo estaba en absoluto silencio.

- Quedate en el coche, voy a ver si esta dentro de la casa. Le dije a Audrey mientras bajaba del coche.

La puerta estaba atascada, pero con un empujón conseguí abrirla. Dentro había un olor nauseabundo, realmente espantoso, y todo estaba realmente sucio. Apenas se podía ver nada con la luces del coche enfocando hacia la casa. De repente, me tropecé con algo, y sentí un escalofrío seco y vibrante que me retumbo en el alma.
Era Phillip, estaba bocarriba, tenía los ojos en blanco, y su piel estaba completamente pálida. Note como una parte de mí desaparecía en el infinito. Salí de la casa, me monté en el coche, y tras dar varias vueltas más, lleve a Audrey a casa. No podía decirle lo que había visto así que la convencí diciéndole que al día siguiente yo mismo avisaría a la policía de la desaparición de Phillip.
Tras dejarla, llamé a la policía de forma anónima y le explique la situación.

Volví a casa del viejo granjero, estaba durmiendo, decidí no despertarlo y en silencio recogí todas mis cosas, y me fui de allí caminado, dejando atrás el sonido de las sirenas de policía.

El cielo estaba lleno de estrellas, nunca lo había visto así, era tan majestuoso, tan inmenso, y casi sin querer empecé a contar de cien en cien cada una de ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario