lunes, 19 de octubre de 2009

San Francisco

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Asomado a la ventanilla, acomodado en el asiento y escuchando música en el mp3, veo como me alejo.

Se ve tan pequeña desde tan arriba, te es mucho más fácil comprender la inmensidad y belleza de la ciudad. Ese enorme sosiego que desde el avión se siente contra la intensidad que posee algo con tanta vida.

Me siento débil, melancólico y por supuesto triste, me despido no solo de una ciudad sino de un amigo, de una brisa, de un olor, de una sonrisa, de un lugar, de un sentimiento... me es imposible retener las lágrimas al pensar que nunca volveré a palpar, ver, oler y sentir nada de eso.

Pienso en lo vivido, en lo incomprensiblemente perfecto que ha sido y de como cada paso que daba, lo retenía en mi memoria para que no pudiese ser olvidado, pobre iluso...

El sonido de la puerta al cerrarse tan característico, la típica cara del conductor del tranvía al subirme, el rugir del océano al llegar a casa, ese sentimiento de inmensidad y a la vez tan acogedor al caminar por Market Street, comer un simple helado en Fisherman Warf con buena compañía... todas esas pequeñas cosas son las que más vuelven a mi cabeza cuando estoy totalmente desprevenido, y en los que irremediablemente esbozo una sonrisa al recordarlos.

Supongo que con el tiempo, lo veré como un sueño muy vivo, sin terminar de creer que todo aquello sucediera, sin saber muy bien donde encajar cada pieza y en los que los momentos surgen como fogonazos de una estrella fugaz que pasa por mi ventana sin poder capturarlos.

Parece que vives otra vida diferente a la tuya, esa que alguna vez has pensado al ver a una persona en la calle, y en la que te preguntas, y si yo fuera él o ella, ¿cómo sería mi vida?, ¿qué estaría pensando entonces?.
Al levantarte de la cama no sabes donde ubicarte y realmente piensas que vives en el cuerpo de otro que casi por inercia te desenvuelves en el día a día como si lo que estuvieras haciendo lo habrías hecho durante toda tu vida.

Disfrutando de la gente, de los sitios que nunca has visto pero que parece que los hayas visto cada día, como de volver a un lugar tan lejano en el recuerdo que dudes entre si es realidad o ficción.

Atrapándote en su alma y haciéndote participe de su vida, contándote sus secretos y mostrándote sus rincones, siento que...

Dejo una parte mía en esa ciudad, y una parte de ella se ha dejado en mí.

1 comentario:

  1. Conocer una nueva ciudad rodearte de personas que nunca habrias imaginado que las conocieras,vamos, un cambio completo de vida durante unos dos semanas, tres o incluso durante 6 meses, puede hacerte cambiar de forma de ser incluso, y convertirte, como dices, en una persona diferente, es esa persona que ves y piensas: "Que seria de mi vida?". De la alegria de estar en el sitio que mas deseas, seguro que saca lo mejor de una persona y te conviertes en el "tu perfecto".

    Aqui se cumple una regla y es que: cuando tu entorno cambia, tu cambias.

    Buenisima entrada, de las mejores.

    Enhorabuena.

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