jueves, 22 de octubre de 2009

La estación

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- ¡¡La encontré!!.

Me levanto tarde, debo darme prisa porque sino, como casi siempre me quedaré sin billete. Me ducho rápidamente, me cepillo los dientes y reviso la maleta que hice la noche anterior para ahorrar tiempo, cosa que me ha venido genial. A penas sin comer nada, un vaso de zumo de naranja junto con una minipalmerita sin chocolate, salgo de casa corriendo, esta lloviendo y yo sin paraguas.

La calle esta empapada, los coches circulan a gran velocidad y cuando pasan sobre un charco, el agua salta para escapar de él. Sobre las hojas de los árboles se desliza la lluvia, hilando una fina catarata en cada una de ellas. La gente parece nerviosa, anda más rápido de lo normal y sus expresiones son de espanto, a veces me pregunto si es que es la primera vez que ven llover.

A medio camino, veo una chica que al igual que yo, no lleva paraguas, va tranquila, pausada, no le importa mojarse y tras unos leves segundos desaparece en un esquina.
Me muevo rápido, intento alcanzarla, su comportamiento me ha llamado la atención, y quiero saber más de ella.
Llego a la esquina, no hay absolutamente nadie. Una decepción me invade el cuerpo durante unos segundos. Con la cabeza baja, miro el reloj, me doy cuenta de que no llego y empiezo a correr.
Ahora me siento como todas las personas a las que he visto, llena de espanto y caminando más rápido de lo normal.

- No llego. Pienso una y otra vez.

A lo lejos veo la estación, por primera vez pienso que puedo llegar a tiempo. Paso por un kiosko, no puedo evitar mirar hacia sus fascículos colgados en el escaparate. Tropiezo y la maleta se desliza unos metros más adelante. Desde el suelo veo como mi maleta aparta hacia los lados la lluvia caída del cielo, y como le moja los zapatos rojos a una chica, ella ni siquiera advierte lo que ha pasado y sigue caminando. En cuanto me levantó y alzo la vista hacia ella descubro que es la chica de antes. Otra vez se me escapa, hoy no es mi día.

Entrando por la puerta automática de la estación, me veo en los espejos totalmente empapado, despeinado e igual de feo que siempre.
Me dirijo a comprar el billete, suerte que llueve, ya que seguro que hay menos gente por eso en la cola. En un momento tengo el billete mojándose entre mis manos húmedas.
Bajo por la escalera automática, me quedo a la mitad ya que la escalera ha fallado. Vuelvo hacia atrás y bajo por la escalera de siempre, veo mi autobús encendiendo las luces.
- No llego. Pienso mientras corro sin vergüenza por medio de la estación.
- ¡Espere, espere!. Digo con un tímido grito.

Llego demasiado tarde, el autobús se va, tendré que esperar al siguiente. Casi sin querer echo un último vistazo mientras se aleja, en la ventana se encuentra la chica de antes, junto a un asiento vacío... mientras suelto una sonrisa irónica, me siento en el suelo y pienso...

- ¡¡La encontré!!.

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